La otra Palmanova: Urbanismo de Coevorden


Desde la antigüedad, el hombre se ha caracterizado por su búsqueda de la belleza y la perfección en todo lo que le rodea. El renacimiento no es más que una expresión formal que dio nombre y norma a dichos ideales que intentaron rescatar aquellos ordenes clasicistas en un momento en el que el caos era el principal exponente. Por ello, no es extraño que trasladaran esta necesidad de perfección a un intento de organización de sus ciudades, no como un método de expansión de las mismas, sino más bien como una extensión de  su concepción artística  y filosófica; creando así proyectos idealistas, casi utópicos, sobre cómo debería ser concebida la ciudad y la vida urbana. Estas reflexiones no eran nuevas en lo absoluto, de hecho, fueron previamente expuestas por el arquitecto romano Vitruvio, y es, de estas postulaciones e inspiraciones greco-helenísticas, que se fundamentan los renacentistas para la creación de lo que ellos consideraban la ciudad perfecta.

Vitruvio defendía que la ciudad debía ser octogonal para hacer frente a los ocho vientos dominantes, así como proporcional con respecto a los espacios proyectados. Los arquitectos renacentistas se apoyan de esta premisa y comienzan a proyectar esquemas radiales de simetría central y la necesidad de formas más amplias así como espacios públicos regulares, con la intención de darle a la ciudad una forma ordenada y racional, alejándose del desorden que presentaban los burgos del Medievo.

            Sin embargo, ¿Pudieron estas concepciones idealistas traspasarse a la realidad? El primero en intentarlo fue Filarete en el siglo XV, diseñando Sforzinda, con un esquema geométrico riguroso de tipo radial que contenía un área central con tres plazas y dieciséis vías radiales con plazas secundarias, y rodeada por una muralla poligonal; planteamientos que caracterizaron a todas las teorías posteriores; pero Filarete fue muy ambicioso y la escala dimensional de la ciudad sobrepasaba en tamaño el de las ciudades ya existentes, lo cual le dificulta dar una definición clara de espacios urbanos e incapacidad de conciliar la estructura radial de las carreteras principales. Además, se debe de tener en cuenta que para la época, la necesidad social en la que surge el renacimiento, no se encontraba interesada en el crear nuevas ciudades, sino reconstruir aquellas que habían sido devastadas por la peste y las guerras, de forma que pocos proyectos de nuevas ciudades fueron realmente llevadas a cabo.

Son estas guerras y las nuevas necesidades de defensa, gracias a la aparición de la artillería, las que ocasionan que los ideales geométricos renacentistas se vean llevados a la técnica de fortificaciones, como una forma al contacto de necesidades funcionales especificas, combinando instalaciones radio céntricas y ajedrecísticas. Por lo tanto, únicamente hicieron posible la fundación de nuevas ciudades renacentistas enteras causas de extrema necesidad geopolítica.

No es hasta 1593 que se erige lo que se considera la primera ciudad perfecta: Palmanova. Ubicada en Venecia y diseñada por Vincenzo Scamozzi, esta ciudad constaba de un carismático modelo radio céntrico, con nueve baluartes y un trazado radial de calles que arrancan de la plaza central hexagonal. Representada como la ciudad ideal, Palmanova termino convirtiéndose en una fortaleza militar defensiva.

No muchos años después, pero si a varios kilómetros de distancia, en Países bajos, la ciudad de Coevorden se ve devastada en su guerra contra los españoles, y es de las cenizas que deciden reconstruirla. Pero, ¿Cuál sería el modelo perfecto para lo que querían concebir? Efectivamente se trataba de la mítica Palmanova.  Siguiendo su patrón urbano, en  1597 el príncipe de Orange Guillermo de Nassau ordena reconstruir completamente la plaza, aprovechando una solución radio céntrica de baluartes con planta heptagonal, obra de Menno van Coehoorn y luego sigue imitando así sus calles, disponiéndolas en un patrón radial dentro de fortificaciones poligonales y vastos terraplenes exteriores.

Desgraciadamente la paz de Coevorden y sus deseos de convertirse en una ciudad utópica no duraron demasiado, en el siglo XVII se enfrenta a las tropas germanas y en el siglo XVIII es ocupada por los franceses hasta la caída de Napoleón, momento en el cual es incendiada. La ciudad vio por acabada con su condición de plaza militar con la llegada del ferrocarril y la industrialización, destruyéndose en gran parte  las murallas y baluartes durante el siglo XIX. Desde entonces muy pocos vestigios de aquella ciudad renacentista permanecen hoy en día.


Apariencia actual de la Ciudad.
Coevorden, Países Bajos.

            En conclusión, los esquemas urbanos renacentistas quizás eran demasiado idealistas y adelantados para el periodo social en el que se desarrollaron, el crear las urbes perfectas en ambientes devastados por las guerras y la aparición de nuevos armamentos que las potenciaran, no permitió que se aplicaran en plenitud las propuestas iníciales. Sin embargo esto no significo que las tesis planteadas fuesen descartadas, de hecho los órdenes de simetría y radio centrismo funcionaron como una excelente estrategia militar, pese a que este concepto los alejaba de sus concepciones utópicas. A la ciudad de Coevorden la podemos considerar como una de ellas, que intento reformarse en un momento de libertad y grandes aspiraciones, siguiendo el ejemplo de Palmanova, pero, que pese a estas, no logro traspasar el tiempo ni las luchas que siempre estuvieron ligadas a su historia. Aun siendo así, no podemos considerar los esfuerzos ideales de Palmanova y Coevorden como perdidos, pues:
                ¿Qué sería de nuestras propias ciudades hoy en día sin su influencia?          

- Oriana Hernández

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